Como cada año, viajamos a Japón para seleccionar todo el material que después llega al jardín y a la web. Son días intensos de trabajo, de búsqueda y también de muchas anécdotas.
Pero este año ha sido diferente… y bastante más movido de lo habitual.
En este vídeo os enseño uno de esos días completos en Japón, lleno de momentos curiosos, compras, paisajes y alguna que otra peripecia que todavía nos hace reír.
Uno de los grandes momentos del viaje fue cuando nos lanzamos literalmente a la caza de linternas de piedra.
Sí, sí, como suena.
Con el coche fuimos recorriendo caminos y pequeñas aldeas, parando frente a casas para preguntar y rebuscar entre jardines.
Ya llevábamos unas cuantas linternas cuando empezó el cachondeo. A veces encontrábamos piezas preciosas; otras, solo polvo y mosquitos.
No es lo habitual que hagamos esto, pero la verdad es que lo pasamos genial. Entre risas, cansancio y calor, conseguimos unas piezas muy chulas para los jardines que estamos diseñando últimamente.
Cada vez uso más linternas, tanto para proyectos como porque vosotros también las pedís. Así que mereció la pena.
Fue un día de trabajo… pero también una aventura divertida y diferente.
Después de la caza de linternas, llegó la parte más surrealista del día.
Nos “secuestraron” amablemente.
Sí, suena raro, pero fue por pura hospitalidad japonesa.
Nuestra idea era hacer una visita rápida, unas compras, comer algo ligero y seguir con el plan. Pero el destino tenía otros planes.
Llegamos a las nueve y cuarto de la mañana y… ¡a las cuatro y media seguíamos allí!
Sin escapatoria posible.
Nos atendieron con una amabilidad increíble, pero claro, no sabíamos muy bien qué pasaba ni por qué no podíamos irnos. Entre el idioma, los gestos y las sonrisas, entendimos que no nos dejarían marchar sin invitarnos a cenar.
Así que a las cinco, todo el staff del jardín y nosotros nos fuimos juntos a un restaurante de sushi espectacular.
Y no exagero: uno de los mejores que he probado nunca.
El dueño, un auténtico sibarita, quiso agasajarnos a lo grande porque, según él, éramos “buenos clientes”. Nosotros, encantados.
Entre bocado y bocado, nos comieron los mosquitos y nos reímos mucho. A esas alturas ya habíamos asumido nuestro “secuestro”, pero con un sushi así… ¡quién quiere escapar!
Durante el día también tuvimos tiempo de charlar sobre bonsáis y técnicas locales.
Vimos cómo en Japón muchas formaciones son distintas a las europeas: menos compactas, más naturales y con espacios que aquí no solemos dejar.
Ese estilo más libre y relajado tiene un encanto especial.
También conocimos a un señor del staff, ya jubilado, que hablaba inglés y nos hizo de puente durante buena parte de la jornada. ¡Nos salvó la vida!
Nos explicó detalles curiosos sobre el trabajo en los viveros de exportación, como los controles que se hacen antes de enviar árboles al extranjero.
Por ejemplo, los arces y membrilleros deben pasar dos años en cuarentena antes de poder exportarse.
Es un proceso exhaustivo, pero garantiza que no haya plagas ni problemas con el transporte.
Incluso nos enseñaron unas pequeñas piscinas con peces medaka, muy populares en Japón, que se venden casi como piezas de colección.
Otra parte del viaje consistió en rebuscar entre viveros las macetas de Tokoname, esas joyas japonesas que todos queréis y que cada vez son más difíciles de encontrar.
No se trata de ir a una tienda y comprarlas, sino de recorrer viveros, mirar bajo estanterías y preguntar precios.
Muchas de esas macetas son usadas, con historia, y cambian constantemente de manos entre subastas y coleccionistas.
Por eso a veces cuesta tanto coincidir con una pieza concreta: es cuestión de estar en el sitio justo en el momento adecuado.
El día terminó a las nueve de la noche.
Habíamos salido a las seis de la mañana y no paramos ni un minuto.
Entre la caza de linternas, el “secuestro” gastronómico y todas las conversaciones, llegamos al hotel rendidos pero felices.
Japón tiene esa capacidad de sorprenderte incluso cuando crees que ya lo has visto todo.
Y aunque este viaje fue agotador, también fue inspirador, divertido y lleno de aprendizajes.
Cada año este viaje nos deja algo nuevo: ideas, materiales y momentos que después forman parte de lo que compartimos con vosotros.
Las linternas, las macetas y hasta las anécdotas acaban siempre conectando con lo que hacemos en el jardín y en la web.
Así que, aunque haya días largos y surrealistas, volvería a vivirlos una y otra vez.
Os dejo aquí el vídeo completo para que lo disfrutéis con calma:
🎥 Os dejo aquí el video completo del viaje para que lo disfrutéis con calma: Ver video en YouTube
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