En este artículo, vamos a hablar sobre la reconstrucción del ápice en un penta. Un proceso que requiere paciencia, técnica y una gran capacidad de improvisación para obtener un diseño armónico y natural. Compartiré todos los detalles de cómo he trabajado en la remodelación de este árbol y los desafíos que enfrenté en el camino.
El árbol, aunque aparentaba ser frondoso y compacto, tenía un problema: un tronco recto sin movimiento que desentonaba con la base gruesa y dinámica. Decidí cortar una parte significativa del árbol hace un año para fomentar nuevos brotes y ahora era el momento de continuar con el diseño.
Uno de los principales inconvenientes era la falta de raíces visibles en un lado del árbol. Si cortaba demasiado, me quedaría sin un ápice definido y debería esperar varios años para reconstruirlo adecuadamente.
Mi idea principal era reducir la altura del penta para hacerlo más compacto y poderoso. Era crucial disimular el tramo recto del tronco y elegir un frente adecuado que resaltara la estructura natural del árbol.
El problema era que, como era un árbol previamente formado, muchas de las ramas internas estaban secas. Esto dificultaba la creación del nuevo ápice, ya que no había suficiente vegetación viable para trabajarlo de inmediato.
Para comenzar, eliminé la parte superior con un serrucho, dejando un margen de seguridad para posibles ajustes posteriores. Luego, trabajé la madera muerta para crear un jin y disimular las imperfecciones del tronco.
Algunas ramas que parecían ser buenas opciones para el ápice estaban demasiado altas, lo que hacía que el tronco pareciera aún más largo de lo deseado. En este punto, opté por una solución a largo plazo, priorizando la calidad del diseño sobre una solución rápida.
Levanté ligeramente el árbol para mejorar su inclinación y comencé a reducir la madera sobrante. Para ello, utilicé herramientas de calidad como una tenaza de jin, que ha demostrado su resistencia a lo largo de los años.
Durante el proceso, fue crucial no comprometer ramas clave. Para bajar algunas de las ramas más gruesas, utilicé tensores con tornillos insertados en el tronco, permitiéndome reducir la altura del follaje y mejorar la estructura general del diseño.
El siguiente paso fue comenzar a dar forma al nuevo ápice. A diferencia de los pinos silvestres, las ramas del penta son menos flexibles, por lo que el doblado debía hacerse con sumo cuidado.
Coloqué un alambre grueso para guiar las ramas principales y, para mayor seguridad, envolví algunas áreas con cinta protectora. Trabajé punto por punto, asegurándome de que cada rama se posicionara correctamente sin forzarla demasiado y evitando que se partiera.
Con el ápice definido, continué alambrando y ajustando las ramas para mejorar la estructura y prepararlo para su desarrollo futuro. Las ramas traseras fueron bajadas con tensores para darle más profundidad al diseño y crear una silueta equilibrada.
Finalmente, tras varias horas de trabajo, el diseño quedó claro. El árbol adquirió un movimiento dinámico hacia la derecha y, aunque todavía le faltan años de cultivo para densificarse, la base del diseño está lista.
La reconstrucción del ápice en un penta es un proceso que requiere paciencia y una visión a largo plazo. Aunque el diseño inicial puede cambiar según el desarrollo del árbol, lo importante es sentar las bases adecuadas para su futura evolución.
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