Hola amigos, hoy vamos a hablar de un tema fundamental para la salud de nuestro bonsái: el abonado de otoño. Desde septiembre hasta mediados de noviembre, esta práctica marca la diferencia en cómo se comportarán nuestros árboles en la siguiente primavera. Acompáñame, porque te voy a contar mi forma de trabajar, con un sistema simple, directo y muy eficaz.
Lo primero que quiero dejar claro es que cada uno debe adaptar estas recomendaciones a su zona y a la meteorología local. Yo trabajo en la Comunidad de Madrid, cerca de la sierra, a unos 900 metros de altitud. Aquí las noches refrescan más que en la capital y la diferencia de temperatura puede ser de 2 a 4 grados. Evidentemente, no es lo mismo abonar en Madrid que en Cádiz, Valencia o el norte de España. Por eso, tomad las fechas como referencia y ajustadlas a vuestro clima.
Muchos me preguntáis: “David, ¿con qué abonas tus bonsáis?” Todo lo que uso está en mi web, en el apartado de abonos. Solo vendo y recomiendo lo que yo mismo utilizo, nada más. Mi filosofía es clara: emplear los mínimos recursos posibles, pero conseguir los máximos resultados.
El sistema de abonado debe ser sencillo. Cuando es demasiado complejo —con tablas, múltiples productos y aplicaciones diferentes— al final uno se cansa y lo abandona. Por eso, descarto los abonos orgánicos sólidos japoneses. No es que no funcionen, sino que en mi caso tienen cuatro inconvenientes principales:
Los abonos líquidos que utilizo son mucho más efectivos. Con ellos puedo aportar exactamente los nutrientes que quiero, tanto macro como microelementos, en la dosis justa y en el momento adecuado. Además, el rendimiento económico es muy superior: una botella rinde mucho más que un saco de abono sólido.
Otra ventaja importante es la limpieza. Al no utilizar bolas orgánicas, los pájaros no vienen a levantar la tierra ni a dejar las raíces al aire. El jardín se mantiene mucho más ordenado y el trabajo se reduce.
Trabajo principalmente con dos marcas: Lombrico Bonsai y Zoca.
En otoño, por supuesto, no utilizamos nitrógeno en exceso. Ajustamos las fórmulas para favorecer raíces fuertes y preparar el árbol para el invierno y la primavera siguiente.
Mi sistema es muy sencillo y consiste en alternar cada semana entre dos grupos de productos:
Así, desde principios de septiembre hasta mediados de noviembre, voy alternando estos dos bloques. La dosificación está indicada en cada envase, y un truco práctico es escribir la dosis con rotulador permanente en la botella para no olvidarlo.
Abonar en otoño con sentido marcará la diferencia en primavera. Este trabajo de ahora es lo que nos permitirá tener un crecimiento ordenado y vigoroso en los próximos meses. Por eso, no lo dejéis pasar.
Nos vemos en el próximo artículo y, como siempre, ¡feliz trabajo con vuestros bonsáis!
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